Por Gabriel Boragina ©
"Como todos los años, el inicio
del ciclo lectivo aparece condicionado por la amenaza de paros docentes. Si
bien la situación es diversa según la provincia, es altamente probable que para
la mayoría de los alumnos el comienzo de las clases no sea dentro de las fechas
previstas. En el caso de la provincia de Buenos Aires, el distrito que por su
tamaño tiene incidencia en el resto del país, la oferta del gobierno se integra
por una recomposición salarial en línea con la meta de inflación del año 2018
más un adicional por presentismo."[1]
El problema de fondo -como tantas
veces hemos insistido- es la educación estatal (mal llamada
"pública", porque, en realidad, es restrictiva y coercitiva). Los
artilugios salariales no han solucionado nunca el problema educativo estatal y,
recurrentemente, desde hace décadas la situación que describe el informe se
viene repitiendo, al tiempo que las recetas de su posible solución siguen
siendo las que el mismo informe sugiere, las que ya se han ensayado, una y otra
vez, a lo largo de una extensa experiencia histórica en materia
educativa. La educación estatal presenta un problema doble: tanto de
incentivos como de desfinanciamiento. Por un lado, el hecho de estar amparado
el maestro estatal por el régimen de la estabilidad del empleado público le
asegura que su nivel de "eficiencia" en su desempeño será del todo
irrelevante a los fines de continuar percibiendo su estipendio por brindar un
servicio malo y de pobrísima "calidad". Por otro lado, al no estar
sujeto a la competencia del mercado, el maestro o profesor estatal carecen de
estímulos para mejorar y desarrollar sus posibles "potencialidades"
en la enseñanza.
"El presentismo es una
herramienta rudimentaria y polémica. Se justifica cuando hay un uso abusivo de
licencias por enfermedad debido a la permisividad de las normas y de los
sistemas de control. Pero si las tasas de ausentismo docente fueran similares
al resto de los trabajadores el pago por cumplir con la obligación de ir a
trabajar no es necesario."[2]
El "presentismo" no tiene
ninguna razón de ser, excepto en un esquema de ineficiencia económica como es
el estatal en todos los órdenes que se examinen. Se supone que, cuando se
contrata un empleado se le paga lo que acordaron libremente las partes, y que
cada una recibe lo pretendido. Pero, en el marco de un acuerdo privado es
totalmente válido convenir algún adicional, bonificaciones o premios. Lo que no
es tolerable es hacerlo en el ámbito del empleo público, porque con lo que se
está "negociando" es con los recursos del contribuyente, es decir, el
de todos aquellos padres que envían a sus hijos tanto a escuelas del estado
como a las "privadas". Por otro lado, es un despropósito otorgar
premios por presentarse a trabajar. Esto tiene sentido cuando la
recompensa es por aumento de productividad, lo que nunca puede producirse en la
esfera del área estatal en ningún campo.
"Resulta muy sugerente que
ninguna provincia publique información sobre presentismo en educación. De todas
formas, con datos del Ministerio de Educación de la Nación se puede hacer una
aproximación. Según esta fuente, tomando a todas las escuelas primarias del
Estado del país entre el 2004 y el 2015 se observa que:
* La cantidad de alumnos
matriculados bajó desde 3,66 a 3,31 millones de niños, es decir, hay 350 mil
niños matriculados menos.
* La cantidad de cargos docentes
frente a alumnos subió desde 244 mil a 285 mil cargos, es decir, hay 41 mil
cargos docentes más.
* Esto significa que la
cantidad de alumnos por cargo docente bajó de 15,0 a 11,6.
"Estos datos muestran que las
escuelas primarias del Estado tienen cada vez más docentes y menos alumnos. La
reducción de la matrícula en las escuelas estatales no es fruto de la deserción
escolar (que en primaria es baja), sino de la fuga de los padres hacia las
escuelas privadas. Prueba de ello es que en el mismo período la matricula en
escuelas privadas subió de 982 mil a 1,24 millones de niños. Estas tendencias
sugieren que el ausentismo en las escuelas del Estado es alto y que esto es
percibido por las familias que optan por migrar hacia las escuelas privadas. En
tanto, se siguen creando cargos en el Estado hasta llegar a la irracionalidad
de crearse un nuevo cargo docente por cada 8 niños que dejan las escuelas
estatales." [3]
Variaciones
en la matrícula y cargos docentes en escuelas primarias del Estado



La circunstancia de
que cada vez haya más "docentes" (es una forma benévola de llamarlos)
estatales y menos alumnos está indicando a las claras que se están destinando
mayores dosis de recursos al área estatal educativa. Esto significa (en
términos lisos y llenos) que el sector privado educativo tiene -en esa misma o
mayor proporción- menos fondos. Porque, lo que pocas veces se menciona en estos
análisis, es que -como explicaba el profesor Ludwig von Mises- por cada centavo
que el gobierno gasta significa que hay un centavo menos para gastar por parte
del ciudadano de a pie. En otras palabras, se produce un proceso de
desinversión en el área educativa privada, y muchos proyectos de padres
orientados a financiar escuelas y centros educativos particulares se ven
frustrados por la intromisión estatal en el área.
Este es el verdadero
problema, que no se cita en el informe ni en muchos otros. El
"presentismo" educativo es un incentivo a la vagancia, y a
posteriores reclamos por los consabidos "derechos adquiridos" y las
falsas "conquistas sociales" que siempre esgrimen los sindicalistas
que, amparados por privilegios y prebendas como la legislación fascista de la
"personería gremial", se permiten extorsionar a los gobiernos para
que succionen más recursos de los contribuyentes, vía impuestos y otras estratagemas
y artilugios legales, con tal de ver sus ingresos y arcas sindicales y las de
sus afiliados y seguidores cada vez más rebosantes, frente a las más lánguidas
de los castigados contribuyentes.
No hay que premiar el
"presentismo", sino que hay que castigar el ausentismo
de manera ejemplar, con inapelables descuentos de haberes por incumplimientos a
las pautas contractuales.
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